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EL FACTOR ULISES Y LAS EMOCIONES ESCANDINAVAS
Descubrì la Escandinavia casi por casualidad, a fines de los años Noventa, en un verano bochornoso,
cuando, cansados de los usuales paisajes, probamos meter las ruedas de nuestro viejo cascajo sobre el
puente de un ferry. La intenciòn era simplemente de pasar de Helsingor (Dinamarca) a Helsingborg
(Suecia). La primera, Helsingor, conocida en Italia como Elsinore, es una ciudad situada en la cima
de la isla de Copenhague, y es renombrada por el castillo donde William Shakespeare ambientò Hamlet.
La segunda, Helsingborg, es una ciudad costera sobre la riva occidental de Suecia, que se refleja
sobre el estrecho que separa los dos paìses.
Saborear Suecia, al principio, era simplemente comer una linda porciòn de torta de manzana en uno de
los muchos pequeños locales self service que se encuentran por todos lados en Escandinavia, tanto en
las ciudades como en los centros comerciales a lo largo de la ruta, por ejemplo la ruta E6. Y, obviamente,
con una abundante cantidad de crema chantilly sobre la porciòn de torta, y un cafè negro en taza grande.
Pero después, cuando en el mapa de las rutas ves que Oslo no es asì imposible de alcanzar, las ganas del
viaje te agarra fuerte, y mandas al diablo todo tipo de rèmora, comenzando por la avaricia. Ademàs en
Escandinavia muchas personas duermen en el auto durante el viaje. Cierto, el ideal serìa alquilar una
casa rodante. Al lìmite se puede alquilar pequeñas casitas, bungalow, a veces en leña, a veces en cemento.
Los campamentos, mas modernamente, son equipados con casas rodantes fijas, que cumplen la funciòn del bungalow.
Para quién no quiera dormir en auto, para quién sufre de reumatismo o no desee despertarse todo anquilosado,
o en fin tenga un cierto (del todo injustificado) miedo de reposar de noche en el auto, existe la soluciòn de
los campamentos, que permiten gastar cifras moderadas reposando còmodamente y usufructuar de los baños, café,
kiosco, proveedurìas, etc. Y, a propòsito de baños, (toilet), mas o menos en toda la Escandinavia, pero màs
en Suecia que en Noruega, existen baños pùblicos a lo largo de las rutas, a menudo nada màs ni nada menos que
con servicio de agua caliente, siempre muy limpios, y también con la comodidad de la mesita para cambiar los
pañales a los bebés y el enchufe para calentar la leche.
En fin, antes o después, llega siempre, inevitablemente, la tentaciòn de recorrer toda la Escandinavia,
y de llegar a Nord Kapp, o Cabo Norte. Es la lògica conclusiòn de un recorrido, la apoteòsis de la nostalgia
de Escandinavia a la que ninguno escapa.
Recorreremos juntos estos momentos, acumulados en los años de viajes estivos entre Dinamarca, Suecia y Noruega,
llegando (por el momento, lamentablemente, una sola vez), a las Islas Svalbard.
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